viernes, 29 de mayo de 2015

MI GUSTO Y EL GUSTO DE LOS DEMÁS


Si preguntáramos así, a la pata la llana, ¿te dejas influir por el gusto de los demás? pocos estaríamos dispuestos a reconocer que sí, que nos influye. Nos gusta sabernos independientes, con el criterio y la confianza suficientes como para decidir lo que más nos conviene por nosotros mismos. Ágiles y resolutivos.

También en la casa. Pero las elecciones que hacemos suelen estar mediatizadas no solo por nuestro estricto gusto —con el que, a veces, ni siquiera hemos tomado contacto— sino por el gusto de la amiga, del amigo gay, cuñada, vecina... vendedor, publicidad, revistas del ramo o lo que se lleva. Nos da cierto pudor —y, a veces, vergüenza supina— reconocer que lo que escogemos ha de gustarnos a nosotros pero ha de gustar también... a los demás. Ellos añaden el valor de la constatación, de que hemos acertado; ponen la rúbrica a nuestra elección. Parece que así nos sentimos más aceptados. Otra cosa es que lo reconozcamos.




















¿Mejor en blanco y negro, a color, recta, con ondas...? ¿Qué es mejor? ¿Qué opinarán los demás, cuando la vean?










Es cierto: ni sabemos de todo ni tenemos por qué saber, y colocados ante la tesitura de escoger algo más trascendente que un conjunto de ropa interior, lo lógico es preguntar, informarse. 

Pero hablo de otra cosa.


El control del grupo sobre nosotros suele pasarnos desapercibido porque se trata de un control informal, subliminal, sin institucionalizar. Estamos incrustados en él desde que nacemos y es nuestro marco de referencia, luego, ¿podemos zafarnos de él? Y si la respuesta es afirmativa, la pregunta siguiente es cómo. 






Entre mi gusto y el gusto de los demás
casi siempre hay un camino
por recorrer...






... para descubrir que es precisamente mi
rareza lo que me hace distinta, 
eso que, tal vez,
es lo que otros aman de mí.


Creo que no se hace de repente. Saber quién soy no lo resuelvo de la noche a la mañana, tampoco saber qué quiero. Merece la pena que me acerque a las cosas, que las mire de cerca, que compruebe si congenio o no con ellas, que me dé un tiempo, que reflexione, que haga citas conmigo misma; que me detenga. Desde ahí, preguntar —mejor, si es a alguien con criterio— indagar, pedir opinión, sí, para inspirarme, para ver si coincido o no con lo que escucho, si me cuadra, y para averiguar, de últimas, qué quiero yo, libre de que mi elección pueda o no gustar a alguien fuera de mí. Estoy convencida de que si aprendemos a amarnos desde las diferencias, nos vamos a amar incluso más.






  
En estos últimos años ha habido un claro predominio de lo vintage.
Poca gente que se define como cool ha podido resistirse.
Va a haber siempre alguien que persiga la uniformidad a toda costa.

viernes, 22 de mayo de 2015

¿DÓNDE VIVEN LOS CUENTOS?

José López Salaberry fue un arquitecto ligado al desarrollo del nuevo urbanismo madrileño, responsable, sin ir más lejos, de trasladar La Cibeles a su enclave actual, y padre de este edificio nacido a principios del siglo pasado que ahora presume de reforma




Museo ABC de Dibujo e Ilustración,
rehabilitado por el Estudio Aranguren & Gallegos





Hace unos días estuve visitando una exposición aquí. La cosa iba de cuentos. Hemigway decía que un cuento es como un iceberg, que es como sostener que tres cuartas partes permanecen ocultas en los fondos abisales... de nuestras memorias.  En realidad es ahí, en el fondo de nosotros mismos, donde podemos afirmar con mayor propiedad que viven.







Porque no hay tradición donde no se hayan contado historias, ni hay niño al que no hayan adormecido y educado con cuentos, así que si tienen un espacio que les pertenece por derecho propio, es la imaginación, ese cofre del tesoro que cada uno de nosotros lleva consigo. 

Y a ese cofre, se añade otro lugar: el edificio de la que fuera la primera fábrica de Cervezas Mahou en Madrid, hoy Museo ABC, que rinde homenaje estos días a uno de los personajes de ese imaginario colectivo.



Un estimulante color butano para un mobiliario en el que la Editorial Edelvives exhibe sus

 publicaciones: cuentos, historias infantiles y juveniles. Hay también comics de gran valor.  

 Y todo ello, no solo por sus contenidos sino por sus cuidados diseños.






Aunque a quien está dedicada la muestra, en rigurosa exclusiva, es a Caperucita Roja.





Si tenemos en cuenta las múltiples interpretaciones que se han hecho de esta niña que tuvo una conversación intensa nada menos que con un lobo, estaremos de acuerdo en que es un personaje tan fascinante como controvertido. La muestra expone Caperucitas que pertenecen al fondo del museo, y los dibujos datan de 1903 a 1959. Os muestro algunas que me llamaron la atención por su fuerza expresiva: breves trazos y un colorido concentrado, estudiados para provocar una emoción máxima.

David González: acuarela y collage digital


Una edición de Nórdica Libro

Delicada interpretación de
Raquel Aparicio



De paso, os impregnaréis de la energía que desprende este singular juego de volúmenes que introduce al visitante en un contexto mágico. Fachadas y pavimento del patio central dibujan el espacio en clara alusión al objetivo que persigue el museo: convertirse en un lugar de referencia en torno al dibujo y la ilustración. 

La exposición finaliza este 31 de mayo, aunque os recuerdo que cae en lunes y los lunes suelen cerrar la mayoría de los museos... Aseguraos de que es así. 
A quienes vivís en Madrid: no os la perdáis. Os encontraréis con versiones y visiones insólitas de Caperucita de la mano de Mar Ferrero, Julio A. Blasco y Miguel Tanco, extraídas de sus respectivos Lo que no vio Caperucita, La ladrona de sellos y Caperucita Roja, publicados por Edelvives. Está en la calle Amaniel 29-31, muy cerquita del Conde Duque. Una delicia.






viernes, 15 de mayo de 2015




SACAMOS LOS COLORES A LA CIUDAD



Muro graffiteado en la Puerta del Ángel

Fachada principal del mercado de La Cebada

Caminar despacio, contemplar fachadas y notar de qué colores se viste Madrid es un placer del que gozo casi a diario. Los colores deben decir algo acerca de cuándo se construyó el edificio.

Con malvas, rojos, amarillos, azules y algunos verdes, el barroco pintó la ciudad, sus fachadas.





Amarillos luminosos...

Malvas...


Rojos...




Ya en el siglo pasado se amustió ese impulso colorista y se acantonó entre grises y pastelones. Dicen que hubo una culpable: la contaminación. Pero hubo culpables subsidiarios: la inercia, la costumbre, los mimetismos. Poco a poco, la tradición se vino abajo.

Un par de siglos atrás, cuando se creía en el color, en cuanto faltaban dineros para rematar con el material de verdad se apañaba una pintura para simular el dintel de una ventana, se dibujaban pilastras y sillares de piedra.




Socorridas pinturas
Sillares pintados
Revoco y pintura











Así, a base de fingidos, se desarrolló una arquitectura imaginativa que ha derivado en un arte: el del trampantojo. 









Fascinantes trampantojos:

hay que fijarse bien para descubrir el engaño.












Madrid engaña con mucho arte


Ahora, los arquitectos que rehabilitan el centro histórico se ocupan no solo de los arreglos del interior de las viviendas sino que tiran de archivo para rescatar el que fuera el color original de las fachadas. Si el entorno lo permite, ya que se trata de crear una armonía cromática, se recupera.

Y poco a poco, la moda que lo sepultó vuelve para rescatarlo y extenderlo a los edificios nuevos.







 Colores en la Avenida de Portugal.









Volvemos a tener, como en una suerte de renacimiento barroco, una ciudad que articula colores, que sale de su "zona de clichés" y se torna, poco a poco, luminosa y brillante.


 






Mirar hacia arriba es todo un regalo para la vista. 

Empieza a ser frecuente ver fachadas no solo de pintura o ladrillo sino en amigable combinación.


















Ladrillo y pintura: una interesante mezcla.

















viernes, 8 de mayo de 2015

A MI GENTE TÍMIDA 

Para quienes no lo sepáis: soy multifacética o multitaréica, como queráis llamarlo. ¿Es bueno? ¿Es malo? Como no hay verdades absolutas, digamos que es bueno para ciertas cosas (acabas sirviendo tanto para un roto como para un descosido) y menos bueno para otras (el tiempo vuela a velocidad supersónica —sí; aún más— y hay riesgo de padecer SPA: Síndrome del Pensamiento Acelerado).

Os pongo en antecedentes para evitar confusiones. 

Hago dos cursos en simultáneo: uno de Coaching, y otro de Asistencia a la Edición. En apariencia no tienen relación con la decoración y alguien podría pensar que me he equivocado de contexto, pero no es así. Me voy a explicar:

Mi curso de Técnico Editorial tiene que ver con ser letradicta, mientras que el de Coaching se ocupa de esa vertiente filantrópica que me ha permitido hacer de cada cliente un amigo. Y ambos, uno y otro, me mantienen vinculada a la belleza: el primero, porque se trata de hacer publicaciones impecables, coherentes y estéticamente bellas —hablo todo el tiempo de belleza en su sentido más amplio—. El segundo, porque pretende la excelencia, que no es sino la cara más luminosa de la hermosura. "Ayudar a otras personas a ayudarse a sí mismas". La premisa es convertirse primero uno en su propia mejor versión. Ahí es nada.




Vista cenital del Colegio Blanca de Castilla.


Ayer, en los pasillos del cole, hablábamos de la gente tímida, de los malos ratos cuando se ve forzada a la interacción, máxime en contextos nuevos. Me produce ternura ver los esfuerzos de algún compañero para obligarse a hablar, no ya en clase, sino incluso en los corrillos del recreo.








Ellas se turnan para acompañarme en mis afanes. 









Son igualmente solidarias. 











Este blog celebra ya ¡2.000 visitas! Lo sé porque tengo un infiltrado que me lo casca, no porque cada visitante se haya atrevido a dejar un rastro de su paso, una huella minúscula, un me gusta. La mayoría sois tímidos. Lo sé. Pero no importa, cada uno está como es. Eso sí: agradezco infinito cada comentario, valoración y/o crítica —que también ha habido—, tanto aquí como en las redes sociales, e incluso de viva voz. Son un estímulo. Sois mi estímulo. 


Escribir un blog es como citarse a ciegas con desconocidos, pero peor. No sabes cómo les vas a caer aunque a ti, sin conocerlos, te caen bien todos. Y los necesitas. Sin ellos, una apuesta así no tiene sentido.



Queridos desconocidos...



A mi querida gente tímida: una vez que te animas y das un paso chiquitito hacia lo que nunca hiciste antes te descubres un poco más atrevida, un poco más grande. Ves que el abismo no existe, que solo existe el temor y que el temor se mece y se vence a base de pequeños gestos. Es lo que psicólogos y coaches llaman "salir de la zona de confort". Con un poco de práctica acabas notando que la vida se ha ensanchado, que es un poco más confortable. 

Te animo, os animo, a la interacción, a darme vuestras opiniones, sugerencias, ideas o pareceres, espontánea y sinceramente. Solo pido algo elemental: respeto, buen tono. Y os animo a hacerlo aquí y en cualquier otro lugar. Todo es crecer. A fin de cuentas, a eso veníamos.

En todo caso, muchísimas gracias a todos por asomar siquiera anónimamente la patita.




viernes, 1 de mayo de 2015

¿QUÉ SIGNIFICA DECORAR?


Alguna vez me he llevado un pasmo: "Total, pagar a alguien para que te diga que tal jarrón queda bien en tal rincón o para que elija unas cortinas por ti. ¡Valiente tomadura de pelo!".


Reforma finalizada: único momento en que ya no hay dudas

¿Puede llegar a transformarse en un hogar?







 

La RAE dice que decorar es "adornar, hermosear una cosa o un sitio" y aún hay otra acepción que no me interesa aquí, pero esta que debería ser suficiente —"esta" y no "ésta", que no termino de acostumbrarme— se me queda escasa: no llega a transmitir qué es decorar cuando nos referimos a la casa o al hábitat. En mi afán por salir de dudas y buscar una mayor precisión, rastreo diseñar. Dice escuetamente: "Hacer un diseño". 


Ha llovido mucho desde que descubrí que decorar tiene una indiscutible vertiente social. Que va de comprender quién es el otro y de qué modo quiere mejorar su entorno. 

Que va de romperse la cabeza para hacer propuestas que le ayuden a tomar decisiones; de hacer distribuciones coherentes con lo que el propio espacio ofrece y el demandante solicita. 


De que al final todo encaje: metros cuadrados ocupados, metros cúbicos de aire y, por descontado, el gusto de quien hizo el encargo.




¿Dónde pondríamos la biblioteca? 

¡Vaya! Parece que todo encaja...

Una flamante biblioteca
y una buhardilla mucho más espaciosa

Tener en cuenta tendencias, estilos, piezas que pueden convivir, ofrecer soluciones y que todo cuadre... Me viene a la cabeza una factura de principios del siglo pasado que heredé de mi padre en la que un carpintero detallaba con gran minucia los clavos, puntas y tachuelas empleados en determinada labor. Arrojaba una cantidad que traducida a dinero era ridícula. Pero lo arreglaba y le hacía justicia el último concepto reseñado. Decía: "Por pensar". Ahí es donde el hombre había echado el resto. Y no necesitaba padrinos que lo reclamaran por él.




 

                                           Pensar qué, cómo, a cuánto. Ahí es nada.