viernes, 15 de mayo de 2015




SACAMOS LOS COLORES A LA CIUDAD



Muro graffiteado en la Puerta del Ángel

Fachada principal del mercado de La Cebada

Caminar despacio, contemplar fachadas y notar de qué colores se viste Madrid es un placer del que gozo casi a diario. Los colores deben decir algo acerca de cuándo se construyó el edificio.

Con malvas, rojos, amarillos, azules y algunos verdes, el barroco pintó la ciudad, sus fachadas.





Amarillos luminosos...

Malvas...


Rojos...




Ya en el siglo pasado se amustió ese impulso colorista y se acantonó entre grises y pastelones. Dicen que hubo una culpable: la contaminación. Pero hubo culpables subsidiarios: la inercia, la costumbre, los mimetismos. Poco a poco, la tradición se vino abajo.

Un par de siglos atrás, cuando se creía en el color, en cuanto faltaban dineros para rematar con el material de verdad se apañaba una pintura para simular el dintel de una ventana, se dibujaban pilastras y sillares de piedra.




Socorridas pinturas
Sillares pintados
Revoco y pintura











Así, a base de fingidos, se desarrolló una arquitectura imaginativa que ha derivado en un arte: el del trampantojo. 









Fascinantes trampantojos:

hay que fijarse bien para descubrir el engaño.












Madrid engaña con mucho arte


Ahora, los arquitectos que rehabilitan el centro histórico se ocupan no solo de los arreglos del interior de las viviendas sino que tiran de archivo para rescatar el que fuera el color original de las fachadas. Si el entorno lo permite, ya que se trata de crear una armonía cromática, se recupera.

Y poco a poco, la moda que lo sepultó vuelve para rescatarlo y extenderlo a los edificios nuevos.







 Colores en la Avenida de Portugal.









Volvemos a tener, como en una suerte de renacimiento barroco, una ciudad que articula colores, que sale de su "zona de clichés" y se torna, poco a poco, luminosa y brillante.


 






Mirar hacia arriba es todo un regalo para la vista. 

Empieza a ser frecuente ver fachadas no solo de pintura o ladrillo sino en amigable combinación.


















Ladrillo y pintura: una interesante mezcla.

















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