viernes, 25 de marzo de 2016

PALABRAS

Palabras que se cruzan,
se miran de reojo
o tal vez de frente y
se atraen.
Que juegan a sumarse
y a combinarse,
a intercalarse y, a veces,
a besarse.
Que aletean
en los fondos abisales
de la mente.
                                                        De pronto
una de ellas salta
en una nube de arena;
otras le siguen la corriente.
Juegan, conspiran,
brincan a la superficie,
locas por contar
los chismes del barrio
—olores, colores, sabores—
empujándose, atropellándose,
locas por hablar

de ese barrio triste y alegre,
de ecos extraños y cuentos olvidados. 
             
Palabras que evocan

lagartijas huidizas y pájaros quietos
en alambradas mortales.


Que invocan

un pozo de aguas profundas y
memorias fantasmales.
Que provocan 
a las de ese brocal y ese pozo y ese barrio que,
al fin y a la postre,
soy yo.

Palabras constantes.


viernes, 11 de marzo de 2016

PENSAR COMO PIENSAN LOS ARTISTAS (II)

Hay una idea muy provocativa en el libro de Will Gompertz: los artistas roban. Y razona: "Un artista es un imitador en busca de voz propia".



Tamara de Lempicka, fusionaba estilos
antiguos y temas actuales.


Creemos que viven tocados por la mano de los dioses y que crean de la nada, pero no es así. Se aúpan en sus predecesores, imitan y hasta roban. Marcel Duchamp, extravagante y provocador, no tuvo reparos en exponer su idea de convertir los objetos cotidianos en obras de arte, incluso en pretender hacer del arte algo «útil». Por supuesto, fue criticado, ya que en tales objetos nunca hubo intención de hacer arte. Él, uno de los principales referentes artísticos del siglo XX, replicaba que tampoco la hubo en la ejecución de la momia de Tutankamon y que todo el mundo la quería ver y tocar. Lo suyo era desafiar las convenciones. Decía: «¿Puede uno hacer obras de arte que no sean arte?». Sirva como ejemplo de un peculiar punto de vista y de un atrevimiento poco común, al menos hace cien años.



Mingitorio de Duchamp, firmado como R. Mutt,
aunque todavía se discute si fue él
el autor de la «broma».

Otro ejemplo de artista «ladrón» es el propio Picasso, que luego revolucionaría el panorama del arte en su conjunto. Una cita suya: 

“Todo niño es un artista. El problema es cómo seguir siendo artista cuando uno crece”.

Pero vayamos por partes: José Antonio Marina, uno de mis autores de cabecera, dice que crear es hacer que algo que no existía exista. Estoy de acuerdo. Pero no en que no existiera en absoluto, porque imaginar la nada como tal... ¿Quién puede concebir un «no ser» absoluto y, más aún, trabajar con él?

Otros autores dicen que crear es hacer aparecer algo que estaba oculto, como re-combinar los mismos elementos de un modo distinto. ¿Tomar lo de siempre y darle una vuelta? ¿Dónde está entonces lo insólito, lo infrecuente, lo que provoca el salto cualitativo cuando interpretamos lo conocido? ¿Dónde está eso que lo distingue como novedoso?



Cuentan que Madonna se inspiró 
en Tamara de Lempicka para
 crear este vídeo.

Hemos de retroceder un poco:

Los opuestos fluyen el uno en el otro. En términos actuales y neurobiológicos viene a decir que tenemos dos hemisferios: derecho e izquierdo, creativo y lógico, primario y secundario. Dos; no uno. Con ambos hemos de trabajar.

Las prácticas de brainstorming (típicas de los ámbitos creativos) invitan a ello, a soltar lo que venga a la cabeza, a lo loco, sin filtros. Y solo después evaluar lo que ha producido la mente «loca», descartando lo que parece que no va y escogiendo lo que parece que sí va. Al cerebro secundario —lógico y censor—, solo le interesa lo mensurable, lo calculable, lo que puede probarse. Todo lo que sale del otro —en realidad, la puerta del inconsciente— son tonterías sin tino; y está alerta a boicotear cualquier salida de tiesto que proceda de ahí.

De manera que si nos tomamos las cosas demasiado en serio, en «modo juzgar», y no pasamos al «modo jugar» —sin la z—, no lo logramos. Nada perjudica más que pensar que uno es como es y que no puede cambiar, que no puede dar más de sí, que no puede ser una versión mejorada de sí mismo.



Imagen de Internet.

Porque una idea puede no ser buena, pero hasta que no la aplicamos a un campo que nos interesa y que dominamos un poco no lo podemos saber. Todo está inventado ya, de manera que solo podemos hacer nuevas combinaciones sobre cosas que otros hicieron antes.



Imagen de Internet.

Lo mágico del asunto, dice Gompertz, es que nadie hará nuestras mismas combinaciones. ¡Y es tan importante que compartamos nuestra visión! Con ilusión, con alegría, con independencia del resultado; desde el corazón. Solo así podremos quizá tocar el corazón de otra persona. 

Porque hay algo que también hacen los artistas: se la juegan, son valientes. Quizá es el tipo de valor que llevado al extremo da la vida por otros, como sospecha Gompertz. Y solo así, con buenas dosis de osadía, es como vamos abriendo la mente colectiva. 

Puede ser que primero robemos (mientras nos buscamos, nos formamos una opinión, damos con nuestro posicionamiento vital, nuestro estilo), pero luego, si no entregamos el resultado de nuestra combinación, robar se convierte en delito.

No vale la pena incurrir en ello cuando, al fin y al cabo, solo veníamos a jugar.