viernes, 23 de octubre de 2015

HAY CASAS...



Imagen de Architecture&Design.

... que ofrecen espectáculos maravillosos. Por su equilibrio, por lo que transmiten, porque una querría vivir ahí sin tocar nada o casi nada, casas que empiezan a ser un poco más respetuosas y sensibles. 


Y sin embargo hay otras... no aptas para cualquier sensibilidad, en las que su presunta belleza o acierto decorativo quedan sepultados por la ostentación. No puedo evitarlo: me resultan obscenas, las veo como tributos a la locura humana. ¿No se podría haber expresado lo mismo —dicho en términos literarios— de forma más sencilla, más clara, y sin tanto barroquismo superfluo?



Imagen de Architecture&Design.

Difícil no involucrarme emocionalmente. Llevamos ya tiempo hablando de conciencia ecológica, de sostenibilidad, pero ¿qué entenderán algunos por eso? Aunque puede que no les llegue ni la parte más alejada de la onda. 
No sé si vemos que en la naturaleza no se genera basura, que en ella los residuos que produce un ser vivo sirven de alimento a otro ser vivo, que no todos los sistemas crecen al mismo tiempo, que se va dando una inteligente alternancia. No sé si nos damos cuenta de que somos los humanos el auténtico problema.


Imagen de Cohousing Verde, una empresa que
apuesta muy en serio por la sostenibilidad.

Tienen página en Facebook.

Nos encontramos aún muy distantes de estar "ecológicamente alfabetizados", de que se fabriquen máquinas que podamos reintegrar a sus propietarios —los fabricantes—, para que puedan ser desmontadas y reutilizadas sus piezas una vez que su vida útil ha terminado. Estamos un poco más cerca quizá de las talas selectivas, pero barnices, pinturas y demás partes del proceso de fabricación siguen conteniendo tóxicos. No conozco iniciativas potentes para que la fabricación de muebles y alfombras quede libre de sustancias nocivas para la salud, cuyos desechos seguimos dejando en manos de un medio ambiente cada vez más saturado.



Mis tentativas de dar
con tratamientos naturales
para las alfombras
no han tenido éxito hasta la fecha.


Hay muchas casas que llaman mi atención, que me interesan desde un punto de vista estético, y que a pesar de no ser "eco", tampoco incurren en desmesuras. Es un modesto consuelo, pero nadie dijo que conquistar un nuevo estatu quo con valores que cuestionan nuestros modos actuales de vida, fuera a ser tarea fácil. En fin: algo es algo.



Imagen de Architecture&Design.
Aquí, el mayor lujo, el espacio.






sábado, 10 de octubre de 2015


UN HÍBRIDO INSOSPECHADO






Lo he dicho ya otras veces: me interesa la belleza en todas sus expresiones y la decoración, no como algo en sí mismo, sino como un aspecto en que se activan ese impulso de la imaginación y la creatividad humanas. Igual que sucede en la poesía, en la literatura, la pintura, la arquitectura... con toda su vertiente humanista y esa doble o triple lectura que ofrecen los materiales.

A nueve kilómetros de Oñati, mi pueblo, hay un eco que resuena en mí tiempo después de visitarlo y que no decae por mucha visita que repita. Un eco que suma al paraje agreste y vegetal de los barrancos la piedra agreste y puntiaguda como trasunto del espino al que el monasterio debe su nombre (arantza: espino). Nada de mármoles o de piedras llamativas. Nada de boato ni pompa. Solo piedra desnuda, forja y madera: la austeridad parece convocada como testigo necesario de lo que podría llamarse, más allá de que se sea o no creyente, "verdad desnuda". Sin duda, algo hay de verdad desnuda en lo que así se muestra.


Fachada de la basílica de Arantzazu
con el friso en piedra de los apóstoles,
obra de Oteiza, y las puertas de forja,
de Chillida.

Las colinas y barrancos son como grutas en las que reposa la piedra y donde su corazón late dormido; o aparentemente dormido, quizá para hacernos creer que la magia vive solo en nuestra fantasía y así guardarse para sorpresas posteriores.


Vegetación y riscos
de piedra caliza.

En lo alto, a la derecha, Aitzgorri.


Las piedras de las torres de la basílica trabajadas
en punta de diamante.


De frente, la bajada a la cripta.

Y ya que menciono la cripta, tomo este texto prestado de la Wikipedia por su valor testimonial:
Me metí redentor e hice un Cristo que, con la cruz a cuestas y de espaldas, se alejaba de nosotros, que no estábamos a su altura. Cuando altas instancias eclesiásticas le recordaron que mi propuesta alteraba el sentido de la misa. Como de eso entendían más que yo, le dí la vuelta y pinté un Cristo tremendamente severo. Creo que es la cara que nos pondría Cristo si volviera.

Cripta de la basílica, de Néstor Basterretxea.

El monasterio se asoma al barranco.


Puedo seguir desnudando la piedra y la magia o... jugar un rato con ella —con la magia— y justificar el título de esta entrada y las dos imágenes —en apariencia incongruentes— que la abren. ¿Alguien relacionaría a Grissom, de CSI (Bill Petersen) con Arantzazu? Probablemente, no, y sin embargo...




... ahí queda eso.