... "A CASA" DE JOSÉ SARAMAGO (1ª parte)
En 1991, a raíz de la publicación de su Evangelio según Jesucristo y la supuesta "ofensa a los católicos portugueses", el gobierno veta a José Saramago en la presentación al Premio Literario Europeo. Como acto de protesta marcha a vivir a Lanzarote, la isla a la que acaba llamando "felicidad".
Una imagen de Saramago recibe a los visitantes |
Su silla en el jardín, a la vera de un Ficus Benjamina |
José Saramago tenía debilidad por lo que él denominaba "gente buena". A quien llamara a su puerta le invitaba a entrar y le ofrecía una taza de café. Resulta irónico que definiéndose como pesimista ("Los únicos interesados en cambiar el mundo son los pesimistas, porque los optimistas están encantados con lo que hay" aunque irónicamente afirmara también "yo no soy pesimista, es el mundo el que es pésimo") o quizá por esa misma razón (¿se le podría llamar optipesimista?), le quedase no sólo energía sino entusiasmo suficiente para defender a los pobres de la tierra, los sometidos, los maniatados por las distintas formas de opresión: poder, guerra, hambre o supersticiones.
Quizá porque los reconocía como parte de sí mismo, hijo de campesinos sin tierra. Al dejar la escuela para ponerse a trabajar forzado por las penurias económicas de la familia, encontraría en la Biblioteca Municipal una aliada imprescindible en su formación autodidacta.
Quizá porque los reconocía como parte de sí mismo, hijo de campesinos sin tierra. Al dejar la escuela para ponerse a trabajar forzado por las penurias económicas de la familia, encontraría en la Biblioteca Municipal una aliada imprescindible en su formación autodidacta.
Saramago fue un resistente, un filósofo, un pensador inteligente, apasionado, coherente, que se preguntaba por qué hay gente crítica y gente que no lo es, por qué lo nuevo por el mero hecho de ser nuevo es valor para determinadas personas frente a lo viejo "porque sí", sin mayor reflexión ni mejor argumentación. A lo viejo, algunos lo sabemos, no se le trata con el respeto que merece.
Un cuadro del pintor mallorquín Joan Miquel Ramírez con los colores de Lanzarote |
Su despacho |
Pero como este espacio es para transitar cauces que tengan como eje la decoración, vuelvo a su casa, a ese café amable que ofrece, la casa luminosa y pródiga en cuidados, construida desde un interior bello y amoroso como era el suyo, nutrida por todo lo que amaba. "Una casa hecha de libros, de palabras", como le gustaba decir a él.
En su biblioteca reposan autores como Jorge de Montemayor, Gil Vicente, Sartre, Pessoa o Proust. Cientos de libros ordenados con meticulosidad
y rigurosamente etiquetados.
Acceso a la biblioteca |
La mariposa Art Nouveau custodia un libro antiguo |
En la foto inferior, al fondo, a la derecha, una sección dedicada exclusivamente a las mujeres como reivindicación de lo que sus pares, los hombres, no supieron hacer.
Una alfombra con grandes cuadros de colores en la zona de lectura de la biblioteca |
El salón: otro lugar donde reunirse con amigos, donde sentirse a cobijo, leer, compartir tertulias y sobremesas.