LO QUE ME INSPIRA LA NAVIDAD
Confieso que mi debilidad, más que las casas decoradas con mayor o menor delicadeza, son los paisajes nevados. La imagen de mi navidad ideal tiene una considerable capa de nieve, un fuego bajo y charlas en buena compañía.
De cualquier modo, con independencia de que el espíritu fraterno que se invoca por estas fechas esté más o menos presente, solemos hacer algo en la casa. La decoramos. Más o menos. Desde el árbol hasta el belén pasando por centros, bouquets, atrezo de todo tipo (manteles, piñas, velitas, bolitas, christmas). Algo hacemos. En estas latitudes, además, el clima frío y los paisajes grises parece que animan a seguir la tradición nórdica.
Imagen de Westwing |
Imagen de Neomad Interiorismo |
Una cosa me espanta en general pero sobre todo en la decoración navideña: los excesos. Hay quien los practica como parte de su naturaleza y con tal frenesí que cuesta pensar que esté en su sano juicio. Hasta los telediarios les ceden espacio como si con el que acicalan no alcanzase; imágenes con miles de cachivaches en jardines y patios (calcetines, renos, trineos, papanoeles hinchables, estrellas, bolas, guirnaldas, espumillones, luces, nieve artificial...) que abarrotan y vuelven irrespirable el aire, creyendo seguramente que tal exceso representa mejor que nada el "espíritu de la navidad".
Prefiero una pincelada, algo sencillamente evocador, cualquier minúsculo detalle a la profusión de objetos que no deja un hueco libre, a la necesidad de llenarlo todo que indica, como poco, desasosiego y, como mucho, hasta terror al vacío. Lo que en pintura se llama horror vacui.
Dejo escritos mis deseos, no vaya a ser que esa navidad con la que sueño me sueñe a su vez y se encuentre sin los apuntes.
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