sábado, 25 de abril de 2015

LA CASA ÍNTIMA







Hoy voy a ponerme metafísica como corresponde a un blog que, a su manera, trata de concebir la casa y las cosas de la casa como un universo en evolución. Si la ciencia no ha llegado aún a establecer este tipo de relaciones, quizá es problema de la ciencia; tampoco está tan atrás el tiempo en que sostenía que la tierra era plana y que defendía con ardor guerrero el geocentrismo.

Apreciar el mundo de los objetos inertes equivale a sumar belleza a la propia mirada. Parafraseando a Gaston Bachelard, podría decir que la casa guarda cosas y que en ese acto de guardar nos utiliza para introducir en ella gestos de conciencia. 



Imagen de internet
La ropa blanca y el olor a lavanda:
 una conjunción evocadora


Sigo filosofando: Rilke habla de la alegría de contemplar una caja que cierra bien. En los Cuadernos se lee: "La tapadera de una caja en buen estado, cuyo borde no tenga abolladuras, no debe tener más deseo que el de encontrarse sobre su caja". 



Puede parecer algo trivial viniendo de un poeta de su talla, pero me quedo con la imagen de buena avenencia y de cosa adecuada. Ojalá pudiéramos percibir de la vida esto mismo: que, bien mirado, todo está avenido, encajado y engrasado, con independencia de que nuestra mirada lo advierta y aun cuando la mayoría de las veces nos parezca lo contrario. 

Se nos olvida que somos un mundo en evolución.

Un mueble que cierra bien y guarda lo que le encomendamos es un mueble que, sin saberlo, se alía con nosotros y se abre a una dimensión extraordinaria: la dimensión de la intimidad. ¿Por qué no pensar que desde ahí se transforma, dado que es materia en evolución? 









¿No nos da lecciones sobre nosotros, sobre esa intención clasificatoria que ponemos al otorgar un determinado sitio y no otro a este o aquel objeto?

Me gusta pensar que cada mueble encierra en sí una metáfora no sólo como imagen sino por el servicio que nos presta: lo que guarda y lo que muestra, nuestra intimidad más protegida y nuestra vertiente más social.









Se me hace que algunos muebles representan la idea de la fidelidad: fidelidad a una meticulosidad en el hacer, a un cálculo milimétrico de cada detalle, de cada talla, a la combinación de los espacios vacíos y los llenos, a la combinación de colores. A todo lo que ha sido previsto.











Imagen de Vive - Muebles Verge
Madera natural junto a lacas para vestir los huecos


Y continuando con las metáforas: los muebles de madera, a los que las modas hacen ir y venir y estar más o menos presentes —por períodos, desbancados casi por completo— me producen una ternura especial, máxime si el contexto los hace brillar, destacar. 

No puedo sino mirarlos complacida a todos ellos. Es mi vida psicológica, mi intimidad secreta.

Imagen de Neomad Interiorismo



3 comentarios:

  1. Buenas, como se ve que te gusta Miro

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  2. Querido amigo, disculpa que se me haya traspapelado este comentario tuyo. Verás: Miró, precisamente Miró, no es santo de mi devoción. Ya me dirás en qué me lo ves. ¡Un abrazo!

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  3. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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