viernes, 6 de marzo de 2015

LOS LIBROS: ¿ALGO QUE VER CON LA DECORACIÓN?

Me cuesta imaginar una casa sin libros. Me gusta leerlos y me gusta tenerlos.

No sé si sus autores estarían de acuerdo en el hecho de que no sólo instruyen sino que cambian por completo el aire de las estancias. Una casa sin libros es una casa incompleta, una casa fallida. Para mí, tan grave como si le faltara cualquier otro elemento fundamental (una mesa, una silla, una cama).






Aunque recuerdo despachos de escritores ilustres donde los libros están apilados formando montañas ingentes sin discriminación de lugar, a veces incluso ocultando alguna ventana -una especie de "todo vale"-,  pero si vinculamos libros y decoración es obvio que no todo vale. 

No hablo de comprar colecciones para que decoren, una práctica que tiempo atrás fue frecuente en las casas humildes, tal vez el único rasgo de progresía que podían permitirse, pero si las tenemos, si tenemos esas colecciones, la lógica sugiere organizarlas por alturas y colores y, para redondeo, diseñar estanterías acordes.










Cierto: hay ambientes en los que un pretendido caos resulta sumamente atractivo...



  Imágenes de internet



... pero también lo es que la estantería más modesta resulta increíblemente bella con nuestros libros favoritos, comprados a golpe de impulso o perseguidos con golosa alevosía. Nada hay comparable a tener cerca los libros que uno ama.


¿Qué tal hacer de una puerta una librería?

Imagen de internet


Hay muchas posibilidades, también aprovechar la superficie de una cama empotrada, eso sí, a condición de reforzar su tapa con un material firme que soporte sin alabeos la suma de libros, estantes y largueros.





Otra: bajo la escalera, para animar el vestíbulo que a buen seguro lo agradece.



En las habitaciones de los jóvenes, los obligatorios y los "devocionales".




También en los despachos...



Una pequeña estantería rescata un modesto tramo de pared en un lugar de paso y le da una vistosidad insospechada.








Libros, libros por todos lados, y siempre que sea posible, habilitar un rincón donde el hecho de leer tenga carácter de ritual protegido. 



Descubrí esta ilustración en la fachada de una casa, en un pueblecito búlgaro llamado Plovdiv. Desde aquí rindo tributo al artista que otorga a los libros esa categoría de preciado tesoro.




Los libros entretienen, ayudan a soñar, a ampliar el mundo, a pensar, a reflexionar, a concentrarse, a enriquecer el vocabulario, a hacer más fluido el lenguaje, a mejorar la ortografía... Pocas cosas materiales dan algo a cambio de tan poco (podían ser más baratos, sin duda, pero tenemos ya ediciones digitales que no cuestan y, a precio reducido, los de bolsillo). 

Al hilo de este post: también, sin pretenderlo, decoran, embellecen nuestras casas, y como decíamos más arriba, cambian su "aire". Creo que se me nota que no sé vivir sin ellos.




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