viernes, 8 de abril de 2016



LA CASA-MUNDO




Cierro los ojos y vuelo a…, pongamos una montaña (cualquiera me vale). El aire frío de la mañana tropieza con las huellas cálidas de mi respiración. Valga decir que estamos casi arriba, con un mar de nubes por debajo y picos asomando, como náufragos que sacaran la cabeza para respirar. A unos metros, las ruinas de lo que debió ser antaño una cabaña de pastores y, a su alrededor, rocas salpicadas, ociosas, como si todo el trabajo estuviera hecho; en el cielo, hilos blancos que invitan a jugar, a tomarse las cosas así, con levedad. Casi no hay árboles en pie. A la izquierda, un río de aguas transparentes, nerviosas como novias en sus primeras citas.




Caminas a mi lado. Nos sonreímos. No es preciso decir nada. Continuamos ascendiendo. Me paro a tomar resuello y a mirar una flor extraña. Te adelantas. Corro un poco para alcanzarte. Siento mi cara roja y mis ojos virando un poco a verde y blanco, anegados de paisaje. Al poco, eres tú quien se para. Tienes calor. Hace diez minutos que te has quitado el «plumas» y ahora le sigue el forro. Aprovecho para sacar fotos (ante espectáculos así me vuelvo avariciosa; todo me lo quiero llevar). Miras a un lado, miras a otro, me miras a mí. Sonrío. Un pájaro negro (¿un cuervo?) se posa a pocos metros; parece no temer a los humanos. Instantes de belleza superlativa.




No sé qué edad tendríamos, unos catorce tal vez. Hablábamos de hacer una excursión y algunas dijimos “al monte”. « ¿Al monte, a qué? ¡Si luego hay que bajar!» dijo alguien. Cierto: al monte, a qué. A sudar, a cansarse, a ver horizontes inmóviles y nubes viajeras, algún que otro pájaro negro. Y flores raras. Y riachuelos. Y árboles muertos. A veces, a torcerse el tobillo o a pasar apuros cuando el camino se ha vuelto intransitable. Cómo explicárselo.

Ir al monte no es perfecto. Tampoco el mundo lo es. 

Y a eso vengo. A reconocerlo como lo que es. 

Hay violencia, basura, explotación, cacas de perro —que no son responsabilidad de ellos—, animales abandonados, corrupción… y, sin embargo, ¡tantas cosas hermosas! No entiendo ese empeño en que lo feo enmascare lo bello. Me entero de las malas noticias a mi pesar. Incluso quienes se ocupan de reivindicar un mundo mejor exhiben imágenes sangrientas en sus carteles, camisetas, vídeos y reseñas, y hablan en términos de lucha; muy cabreados, a veces. Demasiada adrenalina. 

Sé que la ignorancia-inconsciencia termina antes o después para cada uno (no cuando a mí me da la gana). Sé también que es fundamental predicar con el ejemplo, saber regular los propios pensamientos, las palabras, los actos. Sin juicios. En todo caso, mientras mi mente necesita ese tipo de combustible, juzgarme solo a mí misma, sin exigir nada a nadie. Ser como la flor de loto, que no piensa que el barro pueda ser un enemigo.





Nuestra casa-mundo puede ser mirada desde un ventanuco o desde la altura de una nube, desde sus sombras o desde sus luces. Los cuánticos dicen que es la propia mirada de quien observa la que colapsa las cosas para que sean de una manera o de otra (ellos dicen «los átomos», pero todo está formado por átomos), luego para mí es fundamental centrar la mirada en lo que quiero ver en lugar de seguir mirando —colapsando— lo que no quiero.

La inconsciencia, como la oscuridad, no tiene carta de naturaleza, sino que va camino de abrirse más y más, hasta producir personas tan íntegras y con tanta luz que ni llegan a ser conscientes de ello y que son como el pararrayos en la tormenta. Si fueran una cumbre, nadie querría bajarse de ahí.



10 comentarios:

  1. ¡Qué cosa tan bonita! Lo más bonito que he leído desde hace algún tiempo. Enhorabuena, amiga mía, y sigue disfrutando de estas maravillas que no pueden ser regalo nada más que de alguien muy especial.

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    1. ¡Querida Manu! ¡Qué alegría me da verte por aquí! Vuelvo a estar por tu zona, así que cualquier día te doy una sorpresa. Gracias por tus palabras, linda. Tú sí que eres bonita...

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  2. ¡Qué cosa tan bonita! Lo más bonito que he leído desde hace algún tiempo. Enhorabuena, amiga mía, y sigue disfrutando de estas maravillas que no pueden ser regalo nada más que de alguien muy especial.

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  3. Precioso texto, tanto que me has hecho dar ese paseo contigo.

    A veces hay que asomarse y ver esas cosas que no nos gustan para darnos cuenta qué no queremos. Muchas otras, las más, estamos mirando para otro lado para no ver (porque no se puede soportar ) la realidad cruda y continuar en nuestra zona de confort...
    A mí me encanta también ver la belleza y sentir que todo lo que me rodea es "bueno"... Aunque a veces tengo que asomarme y ver "lo feo" porque preciso reafirmar que no lo quiero... Y para mostrarle a la gente que eso existe y que se puede mejorar siempre.
    Si una piedra se queja con dolor voy a ser su voz... Porque quiero seguir contemplando su belleza y ella no puede hacerse oír. Me siento la piedra, el árbol quemado, el pájaro enjaulado, la hoja que cae al suelo libre, la oveja pérdida abandonada herida en el monte, el cerdo encerrado, la leona encerrada en una carpa de circo, y quiero cambiarlo. También veo la belleza que encierran en esas duras situaciones....
    Y todo esto para decir que me ha encantado lo que has escrito, Porque me ha llegado al alma.
    Sigue ofreciéndonos estas joyas.
    Gracias 🙌

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    1. Si cuando te dejas exprimir sale zumo de alegría, de esperanza y de vida (si no te sale odio, tristeza o rabia), es bellísimo hacer todo eso, Eva. Gracias a ti.

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  4. Marian... Déjame ir contigo al monte y veamos juntos las nubes. Debe de haber una vista impresionante desde ahí arriba, pero no sé si seré capaz de verlas del mismo modo que tú.

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    1. Estoy segura de que no podrás mirar de otro modo. Quién y tú. Un abrazo, querido amigo.

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  5. Quisiera ser cuervo. Cuervo entre las nubes.
    Gracias por tanta belleza. Siempre.

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    1. Ya lo eres. Cuando te observo, veo que brillas igual. Gracias por ser, por serlo.

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  6. Quisiera ser cuervo. Cuervo entre las nubes.
    Gracias por tanta belleza. Siempre.

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