OTRO AÑO MÁS
No sé si es hora de hacer balance, pero los finales parecen invitar a ello y el año que ha terminado me coloca en un estado de ánimo propicio.
No sé si es hora de hacer balance, pero los finales parecen invitar a ello y el año que ha terminado me coloca en un estado de ánimo propicio.
¿Habrá olvidado algún reloj dar las doce? |
Pasado el ecuador de las navidades, me invade la misma
sensación de los domingos por la tarde cuando niña, cuando el alboroto del
mediodía daba paso a otro para mí incomprensible, augur de la inminencia del lunes. Nada de películas. Solo fútbol en blanco y
negro y la voz del narrador que a los aficionados debía sonarles épica y a mí,
lapidaria. Es como si lo inminente ahora fuese otro lunes. Menos eso, todo ha cambiado.
No podía imaginar entonces que vendrán navidades sin el tono
efervescente y ansioso que convertía cada año en una espera interminable hacia mis deseos
más profundos. Ni se me podía pasar por la cabeza que faltaría gente querida, que madres, padres y reyes magos —por fortuna, en orden inverso— dejarían de existir; que se daría vuelta al calcetín y sería yo misma la encargada de adoptar ese papel (de reina maga, padre y madre, aunque de hijos insospechados), un papel que, sin embargo, habría de llevar un marchamo devaluador, ya que de ningún
modo reemplazaría la gloria del original; que las fiestas perderían brillo y magia; que se
desvelaría la naturaleza de los barcos pirata, de los cochecitos de muñecas y de
las propias muñecas, de la bici de cuatro minúsculas ruedas. De los paraísos
terrenales.
Han pasado tantas cosas desde entonces, me han pasado tantas
cosas… No sé si me parezco en algo a mí
misma, salvo en que sigo esperando mucho de mí a pesar de que hasta aquí, todo ha
transcurrido de modo radicalmente opuesto a lo calculado. Lo fácil ha sido poner
ilusión en cada proyecto; lo difícil, salir indemne de los destrozos. Lo cierto, comprender que unas veces se gana, que otras se pierde, que lo más difícil es
siempre la aceptación —aceptación, sí: hacer migas con el pasado; no resignación— y que con todos esos
mimbres que me fueron extraños hasta no hace tanto, he conseguido hacer de mí alguien con quien por fin me gusta
encontrarme.
Hace poco más de un año, disfrutando de la nieve en Aigüestortes. |
No he llegado; al contrario: veo mucho por hacer,
mucho por desvelarme y por desvelárseme, pero me siento más que nunca en el camino que me ha
de llevar. En un camino que, pese a sus vicisitudes e incertidumbres, es el que
más se me parece, el que va haciendo de mí la persona que quiero ser, la que veo desde la altura de mis noventa y muchos años, cuando retrotraigo la mirada hacia aquí y me enfrento a hacer un balance algo más que provisional. Veo lo rápido que ha pasado el tiempo y todo lo que me estaba esperando.
Receta universal que he adoptado como propia: caerse, ponerse de pie, sacudirse el polvo, restañar heridas y seguir adelante. Abrir las puertas de par en par: que lo que entre, entre a lo grande, que con las puertas a medio abrir, lo que entra también lo hace a medias.
Receta universal que he adoptado como propia: caerse, ponerse de pie, sacudirse el polvo, restañar heridas y seguir adelante. Abrir las puertas de par en par: que lo que entre, entre a lo grande, que con las puertas a medio abrir, lo que entra también lo hace a medias.
Llegada a la campa de Urbia, Oñati. La montaña siempre ha tenido un especial simbolismo para mí. |
Eres encantadora Marian, como Mary Poppins cuando habla de esa pildora que nos hace sentir mejor. Solo hay que dejarla pasar para sentirse mejor. Gracias por hablar de lo maravilloso que es el recuerdo de la niñez. Un abrazo.
ResponderEliminarEres encantadora Marian, como Mary Poppins cuando habla de esa pildora que nos hace sentir mejor. Solo hay que dejarla pasar para sentirse mejor. Gracias por hablar de lo maravilloso que es el recuerdo de la niñez. Un abrazo.
ResponderEliminarGracias por tus palabras, enigmática Casia. Ojalá conservemos siempre los ecos de la niñez. ¡Bienvenida a mi gruta! Un abrazo.
EliminarPequeñuela de noventa. Me gustó tanto verte por sorpresa en el metro.Apenas unos segundos, los suficientes para ver tu mirada de siempre... clara y transparente.
ResponderEliminarBesossssssssssss
Me pareció increíble. Tenemos que encontrarnos con más tiempo. Ojalá 2016 se nos alíe... ¡Un abrazo, campeona!
ResponderEliminarMe he visto retratada en cada palabra y frase de este post.. hasta parecería que lo haya escrito yo... jajaja.. gracias por poner palabras a lo que siento actualmente.
ResponderEliminarY gracias por hacer que te descubra.
besos y feliz comienzo de año.
Eva
¡Hola, Etcétera-Eva! Un honor para mí recibirte y recibir tanta gratitud de ti. Bienvenida a esta cueva desde la que intento tomar el pulso a lo que siento. Y, bueno, coincidir con otra que siente igual es... genial. Abrazos de temporada invernal.
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