sábado, 10 de octubre de 2015


UN HÍBRIDO INSOSPECHADO






Lo he dicho ya otras veces: me interesa la belleza en todas sus expresiones y la decoración, no como algo en sí mismo, sino como un aspecto en que se activan ese impulso de la imaginación y la creatividad humanas. Igual que sucede en la poesía, en la literatura, la pintura, la arquitectura... con toda su vertiente humanista y esa doble o triple lectura que ofrecen los materiales.

A nueve kilómetros de Oñati, mi pueblo, hay un eco que resuena en mí tiempo después de visitarlo y que no decae por mucha visita que repita. Un eco que suma al paraje agreste y vegetal de los barrancos la piedra agreste y puntiaguda como trasunto del espino al que el monasterio debe su nombre (arantza: espino). Nada de mármoles o de piedras llamativas. Nada de boato ni pompa. Solo piedra desnuda, forja y madera: la austeridad parece convocada como testigo necesario de lo que podría llamarse, más allá de que se sea o no creyente, "verdad desnuda". Sin duda, algo hay de verdad desnuda en lo que así se muestra.


Fachada de la basílica de Arantzazu
con el friso en piedra de los apóstoles,
obra de Oteiza, y las puertas de forja,
de Chillida.

Las colinas y barrancos son como grutas en las que reposa la piedra y donde su corazón late dormido; o aparentemente dormido, quizá para hacernos creer que la magia vive solo en nuestra fantasía y así guardarse para sorpresas posteriores.


Vegetación y riscos
de piedra caliza.

En lo alto, a la derecha, Aitzgorri.


Las piedras de las torres de la basílica trabajadas
en punta de diamante.


De frente, la bajada a la cripta.

Y ya que menciono la cripta, tomo este texto prestado de la Wikipedia por su valor testimonial:
Me metí redentor e hice un Cristo que, con la cruz a cuestas y de espaldas, se alejaba de nosotros, que no estábamos a su altura. Cuando altas instancias eclesiásticas le recordaron que mi propuesta alteraba el sentido de la misa. Como de eso entendían más que yo, le dí la vuelta y pinté un Cristo tremendamente severo. Creo que es la cara que nos pondría Cristo si volviera.

Cripta de la basílica, de Néstor Basterretxea.

El monasterio se asoma al barranco.


Puedo seguir desnudando la piedra y la magia o... jugar un rato con ella —con la magia— y justificar el título de esta entrada y las dos imágenes —en apariencia incongruentes— que la abren. ¿Alguien relacionaría a Grissom, de CSI (Bill Petersen) con Arantzazu? Probablemente, no, y sin embargo...




... ahí queda eso.





7 comentarios:

  1. Las piedras austeras, desnudas y a punto de despertar, siempre serán las mejores. Lo diga Grissom o no. Siempre.

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  3. Muy bueno Marian.......viviendo a 1500 Km me has hecho revivir de nuevo la magia del lugar. Muxu

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    1. Hay alguna razón, querida Arantza, por la que los comentarios me llegan a destiempo a veces. Qué bueno haberte hecho sentir así. Beste muxu bat zuretzat.

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