sábado, 4 de julio de 2015

NOCHES PROSAICAS

Me temo que esta entrada va a tener poco de deco y poco de coaching. El mes de julio sigue la tendencia inaugurada por junio de mucho calor, mucha tarea y poco dormir.






No es obligatorio que las noches insomnes sean creativas, desde luego que no, que dejan mucho tiempo aparente pero engañoso, al menos para mí. Las elucubraciones y garabatos mentales no pasan el examen de la luz diurna que llega demasiado pronto y arroja sombras delatoras sobre lo que un par de horas antes parecía aprovechable. 

Mis musas sí que deben estar dormidas; a pierna suelta. Y me da pena porque me gusta esta cita con mi querida gente desconocida. Tantas cosas como hay  por contar, por descubrir, por compartir... aunque no sean necesariamente poéticas ni metafísicas. Pero mi cabeza desvaría, más aún cuanto más quiero que produzca. 


Resuelvo no salir de la cama. No quiero una noche de ordenador, de tomar notas, de leer, que acabo con los ojos arenosos, la cabeza dada la vuelta y el sueño llegando justo a la hora de levantarme, así que hago lo único práctico que se me ocurre: me perdono la vida. Lo acepto. Y aplico un remedio clásico: quietecita en la cama, inhalo aire contando hasta cuatro, lo retengo mientras enumero hasta ocho y, del uno al siete, lo suelto. La cabeza se resiste, pero daré un paso más en la gestión de mis emociones, le mostraré a la "loca de la casa" quién tiene la llave. Y es así como una noche fastidiosa se convierte en una magnífica oportunidad de seguir afinando el instrumento (yo, a mí misma). Fenómeno. Y en algún momento me acabaré durmiendo.


No sé si me duermo; en todo caso, pierdo el hilo de mis pensamientos.




Amanezco en el sofá, haciendo cálculos sobre cómo he llegado hasta aquí. El ordenador está encendido y alguien ha escrito esto por mí. ¿O es que sigo durmiendo? ¿Está esto, acaso, escrito en un calco endeble de mi memoria? ¿Es que ni siquiera hay alguien leyéndome de ese otro lado? 

No quiero ni pensar que la llave siga en manos de la loca. ¡Oh, dios...!










Ellas prefieren no pronunciarse; al fin y al cabo soy yo la que les pone el desayuno.












No hay comentarios:

Publicar un comentario